El gato, el perro y el anillo mágico

Tiempo atrás, en una humilde vivienda habitaba un matrimonio muy pobre, compartían su hogar con un perro, llamado Perro, y un gato, llamado Gato. Como única posesión, más allá de lo indispensable, la mujer tenía un anillo que no parecía de mucho valor, pero era un regalo de su madre y lo guardaba con esmero.

Gato y Perro sabían un secreto: El anillo tenía la virtud de proporcionar provisiones a sus dueños, era mágico. Tan solo debía permanecer dentro de la casa para que allí no falte el alimento. Un día Gato y Perro quisieron compartir esa información con los humanos de la casa, pero al no entender sus ladridos ni ronroneos los mandaron a callar. Como el anillo estaba bien custodiado por la mujer, ellos no insistieron. Dejaron de vigilar la cajita en donde estaba.

Por las mañanas los humanos, que desconocían el poder del anillo, le agradecen a los dioses los variados y suculentos alimentos que encontraban sobre su mesa. La mujer precavida distribuía las provisiones y guardaba algunas por si no volvían aparecer. Después de desayunar le volvía a pedir a su marido que buscase trabajo, él decía que sí con un movimiento de cabeza y ella salía con su almuerzo preparado camino al trabajo. Él permanecía en la casa, sin hacer nada.

Un día, el hombre se aburrió de comer alimentos que no había escogido. Quería comprar algo, pero no tenía dinero. Buscó el anillo y salió a venderlo. Al poco tiempo regresó con unos bocadillos y algunas monedas. Cuando su mujer llegó no le contó lo ocurrido y la noche transcurrió como de costumbre.

A la mañana siguiente no había nada sobre la mesa. La mujer se puso triste, pero sacó algunos alimentos que había guardado, preparó la comida y volvió a pedirle al marido que buscase trabajo. Él asintió con la cabeza, ella se fue y él salió para comprar otro antojo.

Perro y Gato, al ver que esa mañana faltaba la provisión de alimentos, aprovecharon la ausencia del marido para buscar el anillo. No lo encuentran. Perro olfatea su rastro y ambos salen en su búsqueda. Al volver el marido no nota la ausencia de ellos, está distraído. Cuenta las pocas monedas que le quedan, mientras mordisquea una rosquilla.

Los días transcurren sin nuevas provisiones y aquellas que la mujer había guardado, se terminaron. El marido comprueba en silencio que ya no tiene monedas y el dinero, producto del trabajo de la mujer, se evapora como el humo. Están hambrientos, desesperados. Extrañan a Gato y a Perro que están en la búsqueda del anillo.

El olfato de Perro los lleva hasta la casa de la persona que compró el anillo, Gato se desliza por la noche para espiar y descubre que está dentro de una caja grande que ellos no van a poder romper ni cargar. Al comentárselo a Perro, éste le dice:

—Caza un ratón para pedirle que rompa la caja, así recuperamos el anillo.

Gato se esconde y un rato después aparecen dos ratones, los atrapa. A uno de ellos lo suelta y le pide lo acordado con Perro.

—A cambio de ese favor, dejo libre a tu compañero —dice mientras sostiene entre sus patas al ratón prisionero.

El ratón que está en libertad accede al trato. Entra a la casa señalada, sigue las indicaciones de Gato y encuentra la caja, la roe, toma el anillo, corre afuera, entrega el encargo y recupera a su compañero. Perro y Gato le dan las gracias a los perplejos ratones antes de irse: Gato, con el anillo en la boca, utiliza su habilidad para tomar atajos a través de los tejados. Perro corre lo más rápido que puede, pero Gato llega antes a la casa.

El matrimonio lo ve llegar con el anillo en la boca, sorprendida la mujer corre a la caja donde solía guardarlo y al darse cuenta de que no esta pregunta:

—¿En dónde estaba? ¿De dónde lo traes?

El marido, temeroso que lo descubran, se dispone acusar de ladrón a Gato, pero Perro llega en ese momento y con un gruñido le impide hablar. El hombre tiembla, tiene miedo, permanece en silencio. Mientras Perro lo vigila, Gato le dice a la mujer lo que antes no quiso escuchar: Primero le explica que el anillo es mágico, luego le cuenta lo que el marido hizo y cómo Perro y él lo recuperaron.

—Ustedes se merecen el doble de mi afecto —dice la mujer agradecida. —Desde ahora los voy a cuidar y querer como a unos hijos. —Y se dirige al marido con voz más seca: —Te comportas como un vago. No respetas mis deseos, ni a mi persona. Te pido que te alejes de casa y no vuelvas.

El hombre trató de hablar, pero al ver la actitud desafiante de Perro y de Gato se alejó sin decir palabras.

La mujer, Gato y Perro decidieron dividirse las tareas cotidianas: Gato cuidaría los movimientos y sonidos que no se ven; Perro sería el vigilante y guardián de lo visible y la mujer sería su madre humana, los cuidaría y defendería por siempre. Se dice que a partir de ese momento, el perro, el gato y algunos humanos se hicieron grandes amigos, han jurado estar juntos. Se cuidan mutuamente.

Al descubrir las diferentes razas de gatos que existe, verás la inmensa variedad que tienen todas y cada una de ellas. El gato Bengalí es de los más juguetones, maravíllate con el gran tamaño del Maine Coon, la belleza exótica del gato Esfinge. Además podrás descubrir la tranquilidad que tiene el gato Persa, la impresionante belleza que tiene el gato Bosque de Noruega, o el buen carácter del Gato Himalayo, y la inteligencia del gato Siamés.

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Texto e ilustración: RBoschetti. Esta leyenda es de libre creación y está inspirada en: El perro y el gato; El anillo mágico y en el artículo ¿Por qué mi gato trae animales muertos? De este blog.

 

1 comentario

  1. Exelente historia, me la contaba mi abuela cuando yo era aún un pequeño. Me da nostalgia escuchar este cuento porque recuerdo la voz de mi abuela.

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